domingo, 18 de enero de 2015

ORDEN DEL ESPÍRITU SANTO




La Orden del Espíritu Santo (Ordre du Saint-Esprit) fue, durante más de
dos siglos y medio, una orden de caballería prestigiosa al servicio de la Monarquía Francesa entre 1578 y 1791, y de 1814 a 1830.
 Su importancia y prestigio fue grande en Europa hasta el punto de figurar entre otras prestigiosas ordenes de caballería de primer rango como la del Toisón de Oro (fundada en Borgoña en 1430) y la de la Jarretera (fundada en Inglaterra en 1348).
Fue en plena época de las guerras de religión o guerra civil
francesa, cuando el rey Enrique III de Francia -último representante
varón de la Casa de Valois-Angulema- fundó la Orden del Espíritu Santo,
cuyo doble objetivo era el de honrar a Dios y reunir entorno al trono a
un buen número de caballeros leales a la Corona, en un intento de poner
en jaque a los miembros de la Liga concentrados en torno al Duque de
Guisa, su rival que le disputaba el poder y acariciaba la idea de
destronarle y coronarse rey.
También respondía a la necesidad del rey de crear una orden que
sustituyera la de San-Miguel, creada por Luis XI en 1469, y cuyo
desprestigio se había producido por una concesión indiscriminada hasta
el punto que muchos grandes señores habían rechazado recibirla, a lo
largo del siglo XVI.
La fundación de la orden se produjo el 31 de diciembre de 1578, día
del Pentecostés, por la que el rey sentía gran devoción, y en recuerdo
a su ascención como rey de Polonia (11 de mayo de 1573) y finalmente
como rey de Francia (30 de mayo de 1574).
Enrique III dispuso que la vieja Orden de San-Miguel fuera integrada
en la nueva orden creada por él, quedando patente en la cruz de ocho
puntas con su anverso decorado con la paloma blanca que simboliza el
Espíritu Santo, y con su reverso decorado con la figura del Arcángel
San Miguel abatiendo al Demonio.
Sin embargo, la Orden de San-Miguel se siguió concediendo a
eminentes figuras de las Bellas Artes y Letras de Francia, y a sus
receptores se les conocían como "Caballeros del Cordón Negro", ya que la banda de la Orden creada por Luis XI era de muaré negro desde el 12 de enero de 1666.
.

Mientras que a los caballeros de la Orden del Espíritu Santo se les conocía como"Cordon Bleu" (cordón azul), puesto que la banda era de muaré azul.
Inicialmente reservada a los más altos dignatarios del reino, fue el
primer monarca de la Casa de Borbón, Enrique IV, quien permitió a un
restringido número de monarcas y grandes señores extranjeros de
confesión católica a ingresar en la orden. Un impuesto específico
conocido como Marco de Oro, fue instaurado para financiar las
necesidades de la Orden cuya sede se situaba en el Convento de los
Grandes Agustinos en París. Su divisa era: "Duce et Auspice".
Suprimida en 1791, durante la Revolución Francesa, junto con otras
órdenes de caballería, la Orden del Espíritu Santo fue restablecida en
1814 por el rey Luis XVIII y definitivamente abolida por Luis-Felipe I
en 1830.
Pese a todo, siguió siendo llevada y concedida por diversos pretendientes al trono de Francia.
Organización
La Orden era dotada de la personalidad moral, lo que permitía
al soberano utilizarla para levar préstamos. La dirección era reservada
al rey, único soberano y gran maestre de la Orden. Su administración
era confiada a varios oficiales, siendo los más importantes los
comendadores. Se distinguían varias clases entre sus miembros:
-los Caballeros: no rebasaban el centenar, siendo escogidos
entre la más alta nobleza del reino. El rey podía escoger teóricamente
a cualquier noble que pudiera dar pruebas de tres grados de nobleza
(eso es, tres generaciones nobles en sus ascendencias paternas y
maternas); los de nobleza de reciente creación eran naturalmente
excluídos. Para ser caballero de la Orden del Espíritu Santo, se tenía
que pertenecer previamente a la Orden de San-Miguel -integrada en la
del Espíritu Santo desde el reinado de Enrique III-. Por ello,
generalmente, se conocían a los caballeros de la Orden del Espíritu
Santo como "Caballeros de las Ordenes del Rey".
.


Entre los agraciados, se cuentan a innumerables miembros de las familias ducales francesas.
Los Comendadores: eran ocho eclesiásticos. La Orden debía
contar en su orígen con cuatro cardenales o arzobispos y cuatro
obispos, aunque esta disposición no siempre fue respetada a rajatabla.
El Gran Limosnero de Francia era comendador-nato de la Orden y, por
tanto, no era tomado en cuenta entre los ocho comendadores. Los
comendadores, por su pertenencia al Clero, no podían ser Caballeros de
la Orden de San-Miguel.
Los Comendadores-oficiales: se trataba de los cuatro altos
oficiales de la Orden, como los caballeros y también eran Caballeros de
la Orden de San-Miguel. Los cuatro comendadores-oficiales eran:
El Canciller y Guardián de los Sellos.
El Preboste y Maestro de Ceremonias.
El Gran Tesorero.
-el Secretario.
Para éstos no existía condición alguna de nobleza, por lo que el rey
podía utilizar esas funciones para honrar a personas de nobleza
reciente o de nuevo cuño. Los ejemplos más conocidos fueron los
ministros Colbert y Le Tellier, o el rico financiero Antoine Crozat,
titular del marquesado du Châtel creado para él por Luis XIV, y que fue
Gran Tesorero de la Orden. Estos cargos podían, sin embargo, ser
ejercidos por los caballeros o comendadores eclesiásticos. Por
tradición y remontando a Guillaume Pot de Rhodes, el Preboste y Maestro
de Ceremonias debía demostrar sus ascendencias nobles como los
caballeros.
La insignia de la Orden se asemeja a la célebre Cruz de Malta, de
cuatro brazos y terminados en ocho puntas. Entre los cuatro brazos de
la cruz, una flor de lis. En el centro, una paloma con las alas
desplegadas y la cabeza mirando hacia abajo.
Durante las ceremonias, la cruz de los oficiales y de los
comendadores-oficiales era colgada a un collar de oro y esmaltes, cuyos
eslabones unían diferentes motivos intercalados: flores de lis,
monograma real coronado del rey Enrique III y Trofeos de Armas. Pero,
por norma, la cruz solía colgar de una amplia cinta de muaré azul cielo
llevada al cuello
Los caballeros llevaban dicha cinta en bandolera, cruzándoles el torso
de derecha a izquierda, y anudada a la cruz a la altura de la cadera.
Por otro lado, tanto caballeros como comendadores llevaban una gran
cruz del Espíritu Santo bordada en hilo de plata o lentejuelas y cosida
sobre el pecho, a la altura del corazón.
Durante las solemnes ceremonias, los caballeros revestían el gran
manto de terciopelo negro sembrado de llamas bordadas en plata cosidas,
y bordeado por motivos que reproducían los del gran collar, y doblado
de satén color "fuego" -naranja-.
Los novicios, aspirantes a caballeros de la Orden, solían llevar un
jubón de seda y satén blanco combinado con encaje de hilo de plata,
corbata de encaje, calzones cortos, medias de seda y jarreteras
blancas, con zapatos blancos de punta negra y tacón rojo (el tacón rojo
era privilegio de los reyes, príncipes y duques y pares del Reino),
completado por una capa corta de terciopelo negro con encaje de plata y
sombrero negro a juego y emplumado.
.

El Delfín y los Infantes de Francia eran Caballeros de la Orden por
derecho de nacimiento pero no podían ser recibidos oficialmente hasta
cumplir los doce años de edad. Los Príncipes de la Sangre eran
admitidos a los 16 años y los Príncipes extranjeros a partir de los 25.
Para el resto de los caballeros y dignatarios de la Orden, era
menester tener más de 35 años de edad para ingresar en ella. Las
mujeres eran naturalmente excluídas.
Celebraciones
La primera ceremonia solemne de la Orden se produjo en su
sede, la Iglesia de los Grandes Agustinos de París, el 31 de diciembre
de 1578, fecha de su fundación. Se celebraba anualmente y con toda la
pompa que aquello acarreaba: reunión, celebración de una misa,
recepción de los nuevos caballeros, juramentos, procesión y banquete.
Es a partir del reinado de Luis XIV cuando se fija una nueva fecha
para las ceremonias anuales: el 1 de enero. Con el traslado de la corte
y de la Familia Real a Versailles, las celebraciones de la Orden
acontecen, a partir de aquel momento, en la Capilla Real de San-Luis de
Versailles.
Cuando el Rey imponía el gran collar al caballero, en el momento de
la recepción, se le daba también un libro de horas y un rosario con
cuentas de marfil, y la obligación implícita de recitar diez oraciones
cada día.
Los Reyes Grandes Maestres:
Sus Grandes Maestres fueron:
-Enrique III, Rey de Francia, de 1578 a 1589.
-Enrique IV, Rey de Francia y de Navarra, de 1589 a 1610.
-Luis XIII, Rey de Francia y de Navarra, de 1610 a 1643.
-Luis XIV, Rey de Francia y de Navarra, de 1643 a 1715.
-Luis XV, Rey de Francia y de Navarra, de 1715 a 1774.
-Luis XVI, Rey de Francia y de Navarra, de 1774 a 1791.

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