domingo, 28 de diciembre de 2014

Orden del Lebrel Blanco o de la Buena Fe (Históricas II)



La Orden del Lebrel Blanco, más que Orden militar fue de caballería, siendo fundada en el año 1391. La creó el rey de Navarra Carlos III de Evreux, imitando casi en su totalidad los estatutos de las  diversas Órdenes francesas. De carácter puramente honorífico para sus miembros, también fue titulada como de la Bonne Foi, aunque hay quien afirma que fueron dos Órdenes diferentes. Su desaparición ocurre en el año 1425 coincidiendo con la muerte de su fundador.

Pese a su carácter primordialmente honorifico, en el año 1393, 56 caballeros de la Orden del Lebrel Blanco, fueron enviados por el monarca navarro Carlos III el Noble a la villa Cherburgo, para recuperarla primero y organizar su defensa después. Todo ello tuvo momo conclusión la devolución de Cherburgo por parte del rey de Inglaterra a Navarra, en el año siguiente.


En el año 1403, otros caballeros de esta misma Orden, acompañaron al rey de Navarra durante dos años, en unos viajes que sirvieron para gestionar la cesión del castillo y de la villa de Cherburgo, junto a los condados de Champagne y Evreux al rey de Francia, a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero, junto al ducado de Nemours.


El primer príncipe de Viana y legítimo heredero al trono de Navarra, Carlos de Trastámara y Evreux, fue miembro de la misma a la temprana edad de los dos años. Ya de adulto, fue una de sus innumerables divisas personales, que en otra versión, aparecía el lebrel , junto a unas hojas con fruto del castaño, además del trifolio o tripe lazo junto a la letra K (Karolus).


Bien, y resumiendo, su divisa era el susodicho  lebrel blanco. Los caballeros portaban un manto largo y los callares de la Orden eran tanto de oro como de plata, resaltando unas hojas de castaño en su encadenado, de donde colgaba indistintamente en todos ellos el lebrel. 

El estandarte de la misma era igualmente dicha figura, sobre fondo rojo, color de Navarra.
(AdeR)

El General Benavides, el héroe olvidado que salvó a Felipe V



En La Matanza de Acentejo, un pueblo al norte de Tenerife, en el seno de una familia de agricultores, el 8 de diciembre de 1678 nació Antonio Benavides González, un español universal olvidado por nuestros historiadores, como tantos otros. Joven culto, de apreciables aptitudes para la vida castrense –reconocidas por un capitán de la Bandera de La Habana, en campaña de captación de mozos para la guarnición de la isla antillana–, se alistó en el ejército y partió para Cuba a mediados de 1698. 

 Ya ascendido a teniente, tres años después, engrosando los refuerzos solicitados por Felipe V (al estallar la Guerra de Sucesión), viajó a Madrid, siendo destinado a uno de los regimientos de dragones de la Guardia de Corps. Fue a partir de entonces cuando la vida de Benavides tomó el camino de la Gloria. Los ascensos se sucedieron por méritos de guerra –siendo felicitado personalmente por el Rey en dos ocasiones–, hasta que llegó un día clave que marcó el destino del militar canario. La gélida tarde de 10 de diciembre de 1710, en Villaviciosa de Tajuña, se enfrentaban en una batalla decisiva –dado el avanzado estado de la guerra de Sucesión– el ejército franco-español y el aliado del archiduque Carlos. Guardias de corps de España en el siglo XVIII en un dibujo del Conde de ClonardGuardias de corps de España en el siglo XVIII en un dibujo del Conde de Clonard 

El teniente coronel Benavides, al mando de la caballería del ala derecha, se percató de la diana tan clara que suponía para la artillería enemiga el imponente caballo blanco que montaba el Rey –el único de ese pelaje de todo el ejército borbónico–, más aun al estar en un emplazamiento elevado, acompañado de sus generales. Hasta allí cabalgó Benavides, advirtiendo al Monarca de tan peligrosa circunstancia. Reconocía el Rey el peligro que corría su vida, cuando Benavides se ofreció a cambiarle la montura. A los pocos minutos, el regio caballo blanco fue destrozado por una granada enemiga y su jinete herido gravemente. De milagro –con la intervención de los cirujanos del propio Rey– salvó la vida Benavides. Padre llamó en público Felipe V a su salvador, con quien estrechó una sincera amistad a partir de aquella batalla doblemente victoriosa. 

Capitán General y Gobernador en la Florida, Veracruz y Yucatán 

 Sin embargo –aun alcanzando tal transcendencia el capítulo de Villaviciosa de Tajuña–, fue en la América española donde Benavides demostró sus extraordinarias virtudes militares y políticas, y su inquebrantable honradez, así como su bondad –que lo llevó a despojarse de todas sus pertenencias a favor de los más necesitados, allí donde estuvo–. Descansaba en su tierra natal, cuando recibió su nuevo destino en misiva fechada el 24 de septiembre de 1717: el Rey lo nombraba Capitán General y Gobernador de la Florida, la provincia más al norte del virreinato de Nueva España. Sabía bien el Soberano a quién encomendaba aquella responsabilidad. San Agustín de la Florida estaba sumida en una suerte de tramas corruptas, principalmente de contrabando, en el que estaba implicado el depuesto gobernador Juan de Ayala Escobar. Firmó un pacto de paz y colaboración entre el Reino de España y la tribu Apalache, cuyo pueblo dio muestras de adoración por el nuevo Gobernador de La 
Florida.

Benavides cortó de raíz toda fuente de corrupción, destituyendo y encarcelando a los culpables, así como premiando a los funcionarios de probada honradez y lealtad a la Corona, estableciendo así el orden y los controles debidos en aduanas. Afrontó de inmediato todos los innumerables conflictos con las beligerantes tribus indígenas. Hasta tal punto que ante el ataque al fuerte de San Luis de Apalache, en la frontera norte –que fue destruido por los indios apalaches, así como la misión franciscana y el poblado de colonos españoles, muchos asesinados y en gran parte prisioneros en deplorables condiciones–, en vez de plantear su recuperación con un fuerte contingente militar (que hubiese desguarnecido San Agustín y provocado el derramamiento de sangre, además de poner en peligro la vida de los rehenes), marchó hacia aquel emplazamiento con la sola compañía del capitán que trajo la noticia y algunos intérpretes indios. Lo sorprendente –que da muestra de su talla como extraordinario negociador y su talante conciliador– fue que rescató a los prisioneros, reconstruyó el fuerte, la misión y las casas pasto de las llamas, y firmó un pacto de paz y colaboración entre el Reino de España y la tribu Apalache, cuyo pueblo dio muestras de adoración por el nuevo Gobernador de la Florida, como lo hicieron todos los pueblos indígenas de aquella vasta provincia española al norte del Nuevo Mundo. 

 Quince años permaneció Benavides en la Florida –cuando eran solo cinco lo preceptivo–. Sumó treinta y dos, añadiendo los periodos de primera autoridad en Veracruz y la provincia de Yucatán y San Francisco de Campeche, lugares en los que mantuvo a raya a los británicos, y a los corsarios y piratas de toda condición. Durante la Guerra del Asiento, al frente del escaso ejército regular, reforzado por milicias campesinas, blindó la costa de Tabasco y Honduras –que sufrían constantes envites de los hijos de la Gran Bretaña, tanto buques de la Royal Navy como escuadras corsarias–, estableciendo puertos de avituallamiento y refugio para los navíos de la Armada Española. En contra de los deseos del tinerfeño de regresar a la España peninsular o a sus Canarias, ante su extraordinario mandato y la enorme confianza que en él tenía el Rey, Felipe V quiso mantenerlo en las Indias.

De vuelta a la patria chica

 Por fin, en febrero de 1749 (muerto Felipe V y reinando Fernando VI), a sus setenta y un años, abandonaba Benavides San Francisco de Campeche, dejando atrás treinta y dos años de impecable y eficaz servicio a la Corona y a España. Cientos de lugareños e indígenas lloraron en el puerto la ida de su adorado benefactor, que viajó a la Corte con un mísero uniforme y un puñado de monedas que aseguraran su básica subsistencia y la de Antonio Quijada, su fiel criado africano que lo acompañó hasta el final de su vida. Vistiendo un uniforme que le prestó su buen amigo el Marqués de la Ensenada, fue recibido y agasajado por Fernando VI, que le ofreció la Capitanía General de Santa Cruz de Tenerife, agradeciéndole su intachable servicio a la Patria y su encomiable lealtad a su padre Felipe y a él mismo, a lo largo de su dilatada y brillante carrera militar. Pero don Antonio sólo deseaba descansar y pasar el resto de su vida en su tierra natal, en su patria chica. De él no se conserva ningún retrato, porque antes de gastar un maravedí en semejante frivolidad, daría de comer a cuantos pobres se le acercaran 

Renunció al ofrecimiento del Rey y regresó al fin a Tenerife. Durante su estancia en Santa Cruz, vivió en una austera habitación del hospital de Nuestra Señora de los Desamparados; repartió su pensión entre los pobres del pueblo y colaboró con las autoridades locales en la mejora de proyectos comerciales con la España al otro lado del Atlántico. El 9 de enero de 1762 falleció Benavides, a sus longevos —más aún para aquella época— ochenta y tres años. Fue enterrado vestido con el hábito de la Orden Franciscana, abrazado a su fe católica, a la entrada de la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz. De él no se conserva ningún retrato, porque antes de gastar un maravedí en semejante frivolidad, daría de comer a cuantos pobres se le acercaran. Así era el Teniente General don Antonio Benavides González de Molina. 
( Jesús Villanueva- El Confidencial)

viernes, 26 de diciembre de 2014

LA ORDEN DE MALTA Y LA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA LAS MIGRACIONES COLABORAN ESTRECHAMENTE EN LAS EMERGENCIAS HUMANITARIAS








“La Orden de Malta y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) trabajan en estrecho contacto para ayudar a las víctimas de las emergencias humanitarias”, según ha afirmado el embajador de la Orden ante las Naciones Unidas en Ginebra. En su discurso ante la reunión anual del Consejo de la OIM el mes pasado, el embajador Marie-Therese Pictet-Althann ha explicado los proyectos en los que la Orden de Malta y la OIM se han prestado ayuda mutua en regiones afectadas por conflictos o desastres, dando ejemplos de actividades sobre el terreno en tres regiones.
“Nuestro personal ofrece ayuda de emergencia a la población desplazada de Oriente Medio. Contamos con proyectos destinados a los refugiados sirios en Turquía, aportamos asistencia médica, ayuda alimentaria y escolarización. A medida que aumenta el número de refugiados y desplazados en Irak, Malteser International, la organización de ayuda internacional de la Orden de Malta, intensifica su acción de asistencia médica a 10.000 desplazados en el norte. Ahora amplía sus actividades y envía equipos móviles a las zonas olvidadas, donde los refugiados cuentan con pocos refugios y escasa atención sanitaria.”
El embajador Pictet también ha hablado de las iniciativas de la Orden de Malta en la República Centroafricana, donde ha aumentado su aportación de material médico para los hospitales locales, en respuesta a las necesidades de la región. Por ejemplo, en Sudán del Sur, donde Malteser International apoya el sistema de salud desde 2008, las acciones incluyen la distribución de alimentos a miles de refugiados y la asistencia a los refugiados que huyen de la vecina Uganda.
La crisis de los inmigrantes que llegan a Lampedusa es otro de los asuntos que preocupan y que promueven la implicación. Las últimas estadísticas de ACNUR indican un aumento de las llegadas: 207.000 en 2014. Pero son 3.500 los que se han ahogado cruzando el Mediterráneo. El embajador ha señalado los esfuerzos de la Orden de Malta en las operaciones de rescate de los inmigrantes que cruzan el Estrecho de Sicilia: “La crisis humanitaria en la isla de Lampedusa es una de las más importantes actividades de ayuda del cuerpo de socorro italiano de la Orden de Malta en los últimos años. Desde 2008 han colaborado 348 médicos, 311 enfermeros y 195 socorristas voluntarios. Embarcan en los buques de la Guardia de finanzas italiana y de los guardacostas, y ofrecen una atención sanitaria inmediata en alta mar a estos inmigrantes, aterrados y desamparados”, ha afirmado.
En su respuesta, el Director General de la OIM, el embajador William Lacy Swing, ha agradecido a la Orden de Malta su eficaz respuesta ante los desastres y ha reconocido su importante acción en situaciones de crisis. “Apreciamos enormemente su papel en el ámbito de la migración”, ha señalado.
El video realizado por Pax Press Agency sobre la declaración del jefe de la Misión de la Soberana Orden de Malta en Ginebra está disponible en el siguiente enlace (web SOMM internacional):



jueves, 25 de diciembre de 2014

Un condecorado de Sidi Ifni se entera de su medalla 56 años después



Los hechos sucedieron en 1958, durante la guerra de Ifni-Sáhara. Julián Duarte Flores, entonces soldado conductor, integró el contingente de tropas españolas desplazadas al norte de África para defender las posesiones de Ifni, el Protectorado Sur y el Sáhara Español. Hasta ahí una historia común a la de otros 10.000 soldados españoles. Pero lo que marca la distinción es que Julián, al término del conflicto, fue condecorado con la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo. La recompensa le fue concedida al término de la guerra por el entonces Gobernador General del Sáhara, y ahí permaneció, como una simple anotación en su historial militar, sin que nunca se materializara su entrega.


Un condecorado de Sidi Ifni se entera de su medalla 56 años después


En realidad, Julián jamás tuvo conocimiento de esta medalla hasta hace unos meses. La curiosidad de su yerno, el teniente Félix Romero, descubrió el olvido. Tras escuchar mil y una historias de aquella guerra, Félix indagó en el Archivo General Militar de Guadalajara, y en el historial de Julián figuraba la concesión de la Cruz.

La recompensa ha permanecido en el limbo durante más de medio siglo y próximamente le será impuesta a su protagonista. Se cerrará así el círculo de esta singular historia protagonizada en dos tiempos por Julián Duarte.


Un condecorado de Sidi Ifni se entera de su medalla 56 años después


Ha pasado el tiempo pero Julián conserva una memoria portentosa. Recuerda que salieron para África «del cuartel de Canillejas, con un camión y una dotación de 90 balas, un mosquetón checo y ropa de invierno». Tras una odisea de varios días en el buque Dominé, llegó a Cabo Juby. Allí, en su capital, Villa Bens, cumplió sus obligaciones como conductor hasta que le evacuaron a El Aaiún. «De patrulla nos daban una lata de sardinas y una de carne, y un litro de agua. Cuando faltaba la comida, los legionarios mataban camellos salvajes para comer», recuerda Julián.  Los soldados lavaban su ropa con gasolina por la escasez de agua y cocinaban lo que había sobre la carrocería de los camiones. Las temperaturas oscilaban entre los 45 y los 50 grados centígrados.


Un condecorado de Sidi Ifni se entera de su medalla 56 años después


Son vicisitudes que se agolpan en su memoria con la misma nitidez que los momentos más dramáticos vividos en África. Incluido su episodio de heroísmo. «Estábamos en retaguardia. Con los camiones vimos a paracaidistas españoles que se tiraban de aviones. A algunos les disparaban desde tierra y resultaban muertos o heridos. Nadie quería ir a por ellos. Así que fuimos voluntarios en cinco camiones para recoger a los heridos».
Las imágenes de aquello siguen frescas en su mente. También el regreso a casa. En dos barcos hasta Cádiz, donde abrieron las bocas de riego de par en par para que los soldados pudieran lavarse un poco; desde ahí, en un tren a Madrid, donde hoy vive para contarnos su historia.

(Blog oficial del Ejército de Tierra)

martes, 23 de diciembre de 2014

El día que la Armada Invencible pudo ganar a Inglaterra


   Derrota de la Armada Invencible, pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg

Una leyenda inglesa cuenta que Francis Drake, vicealmirante de la flota inglesa, se encontraba jugando a los bolos en la localidad de Plymouth cuando fue avisado de la llegada de la flota que Felipe II había mandado contra la Reina Isabel I. «Tenemos tiempo de acabar la partida. Luego venceremos a los españoles», afirmó el corsario antes de arrojar la siguiente bola. Un episodio inverosímil que el historiador naval Agustín Rodríguez González asemeja al clásico «mito fundacional» –en su libro «Drake y la Invencible»– para esconder una verdad vergonzosa: el secreto peor guardado de Europa sorprendió al grueso de la escuadra inglesa en puerto y sin la artillería preparada. El Duque de Medina-Sidonia, el comandante español, decidió no atacar y seguir de largo en contra de la opinión de la vieja guardia de oficiales que había servido con su predecesor, el célebre Álvaro de Bazán. Para muchos historiadores, la suerte de la que después fue bautizada, con intención burlesca, como «la Armada Invencible» quedó sellada ese día.
Debido a los sucesivos retrasos en los preparativos y a la sangría de gastos que estaba suponiendo la Empresa Inglesa, Felipe II designó un sustituto a principios de 1588 para el almirante Álvaro de Bazán, quizás el marino más prestigioso del siglo XVI y el hombre que estaba al cargo de la armada congregada en Lisboa. Enfermo de tifus y con sus facultades mentalmente mermadas, Bazán falleció el 9 de febrero de 1588, ahorrando al monarca la deshonra de destituir a uno de los héroes de la batalla de Lepanto. Su sustituto fue Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina-Sidonia, no sin antes tratar de rehuir la responsabilidad por todos los medios.
¿Por qué el Rey eligió a Medina-Sidonia?
Medina-Sidonia consideraba que no era el hombre idóneo para conducir la escuadra a las Islas Británicas, puesto que sus conocimiento militares, sobre todo a nivel marítimo, se reducían a una escaramuza al sur de Portugal durante la conquista de este reino. Sin embargo, Felipe II insistió en su decisión y el duque no tuvo otro remedio que desplazarse a Lisboa. Allí el trabajo organizativo del noble castellano –las tareas administrativas eran su mayor talento– dieron rápidamente sus frutos y en pocos meses la flota empezó a tomar forma. De los 104 barcos y 10.000 efectivos disponibles en febrero, se pasó a 130 barcos y 19.000 soldados en mayo. El milagro administrativo, no en vano, había sido posible con el dinero que el duque había puesto de su propio bolsillo.
El objetivo era que la flota se «diera la mano» con los Tercios de Flandes
El hombre elegido por Felipe II se había mostrado diligente hasta ese momento. Precisamente hasta que la flota partió y llegaron las primeras acciones militares. Al atardecer del 31 de mayo de 1588, el último de los barcos de la «Armada Felicísima» abandonó Lisboa en dirección a los Países Bajos, donde Medina-Sidonia debía «darse la mano» con los Tercios de Flandes y trasportar a los soldados a Inglaterra.
Tras un duro viaje donde los barcos tuvieron que reagruparse varias veces, el 29 de julio la escuadra que dirigía Medina-Sidonia se internó en aguas inglesas. A esas alturas, tras dos años de preparativos, los planes de Felipe II eran plenamente conocidos por toda Europa. Como medidas defensivas, Isabel I había organizado un sistema de vigías para avistar la llegada de los barcos españoles al instante y había autorizado a su almirante Lord Howard y al corsario Francis Drake a aprovechar la confusión para contraatacar directamente en España. Sin embargo, la meteorología castigó a la flota inglesa y la obligó a retornar a Inglaterra poco después de su salida, en concreto al puerto de Plymouth, justo unos días antes de la llegada de Medina-Sidonia a ese mismo lugar.
Lejos de la célebre anécdota de Drake jugando a los bolos, el corsario y sus hombres se encontraban reparando y aprovisionando sus barcos tras el fracasado intento por llegar a España, cuando el marino Thomas Fleming trajo la terrible noticia: la flota española estaba a la salida del puerto. Para su fortuna, la falta de perpectiva de Medina-Sidonia iba a salvar a los ingleses del desastre.
La decisión que condenó a «la Felicísima»
A primera hora del 29 julio, el duque convocó un consejo de guerra en el buque insignia de la Armada, «el San Martín», donde algunos oficiales como Miguel de Oquendo, Pedro de Valdés y Juan Martínez de Recalde –la vieja guardia de Álvaro de Bazán– propusieron atacar a Drake en el puerto, como había hecho él en Cádiz un año antes, lo que posiblemente habría supuesto una victoria abultada para los españoles, puesto que el viento en contra impedía que escapara ningún buque. Sin embargo, Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga decidió, bajo la influencia de Diego Flores de Valdés, ceñirse a los planes de Felipe II y dirigirse a Flandes sin mediar combate con los británicos. Cabe mencionar que el marino Diego Flores de Valdés, que más adelante sería responsable de otros episodios negativos en la desastrosa campaña, tenía el mando del barco donde iba el duque y hacía las veces de su consejero naval. Juan Martínez de Recalde –segundo de la escuadra– dirigía su propio galeón, «el Santiago», lo que hacía muy complicada la comunicación entre ambos almirantes.
Oquendo y Recalde, la vieja guardia de Bazán, propusieron atacar a Drake en el puerto
Para muchos historiadores, aquella oportunidad perdida de destruir la flota inglesa sentenció la suerte de la «Felicísima», que recuperó el rol de pesado convoy de trasporte de tropas que Felipe II le había otorgado erróneamente. Una misión que ni las comunicaciones de la época –los Tercios de Flandes no estuvieron preparados a tiempo– ni los ágiles barcos enemigos iban a permitir llevar a cabo.

Los ingleses no pudieron hundir prácticamente ninguno de los galeones españoles, auténticos castillos flotantes, pero Medina-Sidonia no alcanzó a «darse la mano» con los ejércitos hispánicos en los Países Bajos y se vio forzado a bordear las Islas Británicas. Los arañazos alcanzados por los buques ingleses y las tempestades fueron transformando los barcos en ruinas flotantes. La defectuosa cartografía portada por los españoles fue el golpe de gracia para una travesía a ciegas por las escarpadas costas de Escocia y de Irlanda. Allí ocurrió la auténtica catástrofe.
(ABC)

EL EMBAJADOR DE LA FEDERACIÓN DE RUSIA INVITADO DE HONOR EN EL ALMUERZO DE NAVIDAD DEL CUERPO DE LA NOBLEZA DE ASTURIAS


El Sr. Rodríguez de Maribona, el Duque de Sevilla, el Senador Van Halen y el Embajador Korchaguin

El pasado día 11 el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias ha celebrado su tradicional almuerzo de Navidad en la Real Gran Peña de Madrid, teniendo como invitado de honor al Excmo. Sr. D. Yuri Korchaguin, Embajador de Rusia en España.
El Vicecanciller de la Corporación, D. Manuel Mª Rodríguez de Maribona y Dávila se dirigió a los invitados con un discurso, haciendo balance de las actividades realizadas durante el año 2014 por el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, y refiriéndose especialmente a la Medalla Conmemorativa del Bicentenario de la Cruz de Distinción del Ejército de Asturias creada por S.M. el Rey D. Fernando VII para premiar a todos aquellos asturianos que pelearon en la contienda contra el invasor francés en la Guerra de la Independencia, y que el Cuerpo de la Nobleza ha recuperado como Medalla Conmemorativa.


Esta Distinción se impuso hace unos días en la Embajada de la Federación Rusa a su Embajador, D. Yuri Korchaguin, motivo por el que en este acto ha asistido como invitado de honor, pronunciando también un magnífico discurso de agradecimiento.
A continuación el Consejero Magistral del Cuerpo de la Nobleza de Asturias, D. Francisco de Borbón, duque de Sevilla, impuso la Medalla Conmemorativa de la Cruz de Distinción del Ejército de Asturias al Senador D. Juan Van-Halen y Acedo. Seguidamente la Medalla se otorgó también a D. Fernando de Benito y Alas, al Dr. D. Vicente Alcaráz, al Dr. D. Carlos Jurado, al Profesor D. Hugo Mañero, y al Dr. D. Carlos Fernández Caballero.



En el acto estuvieron también D. Igor Ermolenko, Diplomático de la Embajada de Rusia, el marqués de Torre Alta, la duquesa de Franco, la condesa de Carrión de Calatrava, el vizconde de Ayala, D. Carlos Franco, D. Felipe de Grado, D. Jaime Díaz de Arcaya, D. Antonio Sánchez de León, D. Arturo y D. Javier Llerandi, D. Ignacio Alvargonzález, D. Manuel Bárcena, D. Carlos Uriarte, Dª. Inés Fernández de Luanco, D. Óscar Gómez de Linares, D. Alfredo Leonard, el profesor D. Carlos Luna, Dª María Luisa Carrillo de Albornoz, Dª. Isabel del Prisco, Dª. María Cristina Vázquez, Dª. María Eugenia Fernández, D. Francisco José Francos, D. Daniel San Martín, Dª. María José y Dª. Cristina de Benito, Dª. María José de Fourrat, Dª Carmen López Cerezano y Dª María Isabel Santamaría.
Terminados los discursos se brindó a la salud del S.M. el Rey D. Felipe VI, y de S.M. el Rey D. Juan Carlos.

(C. N. P. A.)


lunes, 22 de diciembre de 2014

Boas Festas!


.





La Fundación Andrea celebra su tradicional Gala de Navidad



(D. Alfredo Leonard, el Marqués de Monasterio y D. Manuel Ruiz de Bucesta)

El pasado viernes 28 de noviembre tuvo lugar en el Pazo de San Lorenzo, en Santiago de Compostela, la tradicional Gala de Navidad que celebra cada año la Fundación Andrea.
La Fundación Andrea es una Fundación de apoyo a los niños con enfermedades de larga duración, crónicas o terminales. El apoyo a los pequeños enfermos y a sus familias fue el objetivo de este evento, que contó con el actor Francis Lorenzo y la presentadora de televisión Yolanda Vázquez como conductores, quienes explicaron a los asistentes que los fondos recaudados en la Gala serán destinados a las iniciativas que la Fundación Andrea mantiene en varios hospitales gallegos y del resto de España.
En los últimos meses, esta organización ha promovido la dulcificación de espacios frecuentados por niños y familiares en estos equipamientos sanitarios, lo que se traduce en reformas en las áreas de medicina nuclear, hematología y zonas de tránsito y la creación de espacios para padres en la UCI de neonatos y de pediatría del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago.
Numerosas instituciones, entidades y organismos, tanto privados como públicos, como el Ayuntamiento de Santiago de Compostela, la Embajada del Principado de Mónaco o el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, han colaborado de forma activa con la organización del evento.

Tras las palabras de la Presidente de la Fundación Dª Charo Barca, y presentada por los conductores del evento, tuvo lugar un espléndido cóctel, seguido de una rifa benéfica y que finalizó con un baile.
A tan interesante gala acudió una representación del Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, compuesta por el Canciller de la Corporación D. Manuel Ruiz de Bucesta, el Delegado en Madrid, D. Alfredo Leonard, y el Marqués de Monasterio, cuya familia propietaria del magnífico Pazo de San Lorenzo, lo cede cada año para la organización del evento.
Más información en la página web de la Fundación Andrea.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Conservador de tradiciones

El Cronista de Armas de Castilla y León es, desde hace casi un cuarto de siglo, el consejero de la comunidad en materia de Historia, emblemas y símbolos

 El Cronista de Armas, Alfonso de Ceballos-Escalera, en su domicilio de Segovia. (Foto: Diego de Miguel)
El Cronista de Armas, Alfonso de Ceballos-Escalera, en su domicilio de Segovia.
















En mayo de 1991, con Jesús Posada como presidente, la Junta creó la figura del Cronista de Armas de Castilla y León. Este cargo, nombrado por Decreto, igual que el de presidente, y equiparado institucionalmente al rango de director general, lo ostenta desde entonces Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, vizconde de Ayala y marqués de La Floresta. Entre sus labores, se encuentran las de ejercer de consejero cualificado en materia de Historia, emblemas, símbolos, ceremonial y protocolo y poner a disposición de los ciudadanos un registro público de escudos de armas y un servicio de certificación oficial de documentos familiares.
Según el Decreto 105/1991, de 9 de mayo, el Cronista de Armas de Castilla y León debe informar de cuantas cuestiones de su especialidad le sometan la Junta, las diputaciones provinciales y los ayuntamientos, pero también ostenta las facultades y competencias tradicionales de los antiguos Cronistas, Reyes de Armas y Heraldos de Castilla y León, contenidas en el Real Decreto de 29 de julio de 1915, y el Decreto de 13 de abril de 1951. Es decir, que es de su competencia todo lo relativo a los emblemas y símbolos públicos institucionales -municipales-, pero también tiene la facultad de certificar y registrar armerías a ciudadanos.
Es decir, quien se define como un 'atento observador de la condición humana' es, pues, un fedatario de la Historia, una herramienta para la conservación de las costumbres y un auxilio de las instituciones y particulares. Los emblemas heráldicos, principalmente de los ayuntamientos, y el registro de los que solicitan los ciudadanos a título individual constituyen sus dos principales áreas de trabajo en lo que afecta a esta faceta profesional de este noble nacido en Madrid, considerado un erudito en ésta y otras materias. “No es más que un estudioso de la Historia de Castilla y León y un consejero o consultor de la Junta, dedicado a conservar amigablemente algunas de nuestras más añejas tradiciones, y a difundirlas por la región, por España y por el mundo”, resume sobre el título que sustenta su misión.
Desde que accedió al cargo ha redactado y emitido casi 1.200 informes y dictámenes sobre la adopción o modificación de escudos y banderas institucionales, con una media anual de medio centenar, y ha tramitado cerca de 600 expedientes de armerías de ciudadanos particulares. Documentos, sellos, placas, condecoraciones, uniformes, fachadas... los símbolos sobre los que se pronuncia el Cronista de Armas de Castilla y León están presentes en el día a día de las instituciones. Son el reflejo y resultado de una labor que Alfonso de Ceballos-Escalera asumió cuando era ya titulado superior y oficial de la Armada y contaba con un sólido conocimiento de los estudios heráldicos -era el director de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía-. “Después sí que he procurado completar esa formación académica, por ejemplo alcanzando tres doctorados en tres universidades públicas distintas”, comenta.
El cargo de Cronista de Armas, dependiente de la Consejería de la Presidencia, a través de la Dirección de Ordenación del Territorio y Administración Local, es honorífico y no tiene una remuneración directa. Los servicios que presta son gratuitos para la Junta, diputaciones y ayuntamientos y los particulares abonan los gastos de las certificaciones que solicitan. La compensación, asegura, “es de índole moral: la del reconocimiento público y privado de los méritos y servicios al bien común. Este reconocimiento se manifiesta de muchas maneras y en muchas ocasiones; baste decir que la principal de ellas ha sido el mantenimiento en el cargo durante ya casi un cuarto de siglo”, asegura.
Alfonso de Ceballos-Escalera, junto al Acueducto de Segovia. 

Dentro y fuera de la Comunidad
Las competencias territoriales de la figura del Cronista de Armas se limitan al territorio de la Comunidad autónoma, pero las personales, considerando la expresa remisión de competencias a los reales decretos de 1915 y 1951, no tienen esa restricción. En lo que atañe a la heráldica pública, cita entre sus dictámenes los referidos a las propias armerías de la Junta (en 1992, 1993 y 2001) y entidades como la Diputación de Salamanca (1996), además de numerosos informes sobre la destrucción de piedras heráldicas o los traslados ilegales de las mismas -casos sobre los que también emite informe-.
En lo que se refiere a la heráldica privada, subraya que en su condición de Cronista de Armas de Castilla y León, prestó servicios al rey Juan Carlos como su 'heraldo privado', preparando, por ejemplo, por encargo de la Casa del Rey, sendas certificaciones de armas para algunos nuevos titulados (Sabino Fernández Campo, Conde de Latores; el almirante Poole, jefe del Cuarto Militar; el académico Conde de los Alixares; el músico maestro Rodrigo, Marqués de los Jardines de Aranjuez), o para algunas personalidades internacionales, incluso dos jefes de Estado (el Príncipe Gran Maestre de la Orden de Malta en 2008 y el presidente de Ucrania en 2011). Todas ellas tienen la particularidad de haber sido firmadas 'manu regia', es decir, por el propio monarca, resalta Alfonso de Ceballos-Escalera. En este mismo campo de los escudos de armas de ciudadanos particulares, también considera reseñables los intentos -aunque pocos- de engañarle mediante genealogías, historias familiares o titulaciones inciertas e incluso falsificadas; casos que en alguna ocasión tuvo que denunciar ante los tribunales.
El trabajo que desarrolla el Cronista de Armas de Castilla y León ha dado a la Junta y la Comunidad autónoma cierta visibilidad internacional, ya que al elevado número de aficionados a la heráldica, se suma la gran cantidad de descendientes de emigrantes españoles que se interesan por mantener sus vínculos familiares con la Península, lo que hace que dicha labor sea muy conocida en distintos paíes. Las propias embajadas y consulados españoles remiten directamente a esas personas hacia el Cronista de Armas de Castilla y León, que mantiene al respecto una correspondencia “muy crecida y constante”.
Vocación de estudio
El Cronista de Armas de Castilla y León afirma que lo más gratificante de su tarea es la posibilidad de prestar un servicio público, “y de prestarlo sin condicionante alguno. Es, obviamente, una doble vocación: la del servicio público -he sido oficial de la Armada-, y la del estudio de nuestra Historia -he sido profesor universitario-”. La vocación de aprender, relata, le llegó desde niño. “Pertenezco a una familia segoviana muy dedicada al ámbito cultural, mi tío abuelo el gran Marqués de Lozoya llegó a presidir el Instituto de España y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a más de ser numerario de la Real Academia de la Historia y yo me crié en el Museo Arqueológico Nacional, donde trabajaba como facultativa mi tía Isabel de Ceballos-Escalera, que más tarde dirigió el Museo Nacional de Artes Decorativas”. Otro tío suyo, Luis Felipe de Peñalosa, vizconde de Altamira de Vivero, ejercía de director del Museo Provincial y director de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. Su ámbito familiar era, así, muy proclive a la vocación de historiador. “El resto ha sido una mera cuestión de constancia en el estudio y en el trabajo de historiar. Horas, días, meses y años, muchos años”, resume.
Anecdotario
En sus ya más de dos décadas el el cargo ha tenido ocasión de vivir anécdotas o situaciones peculiares; algunas de las cuales accede a compartir. Unas divertidas, otras pintorescas, recuerda el caso de un ayuntamiento que pretendía quitar la cruz que remata la corona real española, que es un símbolo de Estado, y el de un consistorio leonés que le indicó que “las tres sardinillas de su escudo se creía estaban puestas en memoria de ser lugar de paso de pescados hacia la corte”, ¡cuando se estaban refiriendo a las tres flores de lis del escudo de España, nada menos!, apunta. En alguna ocasión también le han solicitado que informe acerca del himno que planteaba adoptar un municipio, para lo que tuvo que solicitar la ayuda de algún amigo músico y, tras comprobar que las propuestas “no sonaban mal”, emitió informe favorable a su aprobación oficial.
Exitosa invención heráldica
Aunque la situación periférica respecto de la Europa central hizo que los usos heráldicos llegasen en época algo tardía a los antiguos reinos de Castilla y León, éstos ocupan una posición reconocida en la historia de estos emblemas, recalca el Cronista, no solamente por la enorme difusión que en ellosalcanzaron sino, sobre todo, “porque aquí nació una invención heráldica que hizo fortuna en toda Europa: el cuartelado heráldico perfecto, introducido por el rey Fernando III el Santo hacia 1230 para dar cabida en sus armerías regias a sus territorios de León y Castilla”. Así, el cuartelado de Castilla y León fue el símbolo de la Corona y del Reino, “de cuyo gran prestigio da somera idea el hecho de que, cuando siglos después estas armerías se combinaron sucesivamente con las de Aragón, con las de Austria y Borgoña más tarde, permanecieron siempre ocupando el lugar preeminente en el Escudo Real, como aún lo ocupan en nuestros días”.
La composición en cuartelado, incide, fue una novedad heráldica muy notable, “pues marca de modo perfecto la fusión en términos de igualdad de ambos reinos, por un exacto equilibrio de superficies”. Esta exitosa invención castellano-leonesa para combinar dos armerías distintas se difundió rápidamente por todo el orbe occidental, concluye, donde tuvo una aceptación prodigiosa, alcanzando incluso hasta los países eslavos y nórdicos.
Alfonso de Ceballos-Escalera posa con la medalla.


 20/12/2014
(Elena F. Gordón-Diario El Mundo)
(Fotos: Diego de Miguel)

sábado, 20 de diciembre de 2014

Mensaje de Navidad del Patriarca y felicitación del Custodio de Tierra Santa





Felicitaciones del Custodio de Tierra Santa

Lc 3, 15: «Como el pueblo estaba expectante, todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías». La espera del Mesías, que abarca la Anunciación, la Navidad, el Bautismo, las bodas de Caná, desarrolla la esperanza eterna del corazón del hombre. Nuestra vida de fe es una vida de espera: sabemos en nuestro corazón que el Mesías nacido en Belén es la respuesta de Dios a nuestra esperanza. Sin embargo, sentimos también que, a pesar del esfuerzo y los ideales, nuestra fe sigue siendo débil y estamos como encerrados en una jaula a causa del pecado. ¿Quién podrá apagar la sed de amor, de atención, de sonrisas, justicia, dignidad y verdad que nuestro corazón anhela para sí y que espera del prójimo? La fe nos enseña a vivir en la esperanza: el tiempo llega para quien sabe esperar. Debemos dejarnos convertir por el tiempo de la espera, dándole al mismo los sueños y fatigas, el valor y la serenidad en la vida cotidiana. Como sabemos que Cristo que nace en Belén es la respuesta de Dios, solo Él puede apagar nuestra sed, nuestra necesidad de sentido. Nuestro ser incompleto, nuestra esperanza, solo pueden colmarse con su irrupción. No tenemos necesidad de grandes cosas para sorprendernos ante esta increíble realidad, no debemos buscar esta respuesta lejos de nosotros. «No está en el cielo, para poder decir: “¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas» (Dt 30,12-14). La conciencia de esto nos sorprende siempre de nuevo. Con esta certeza debemos alimentar nuestras dudas, sobrellevar nuestro cansancio. El tiempo de la espera de los cielos y tierra nuevos es el tiempo de nuestra fe, incluso cuando estamos llamados a esperar contra toda esperanza, porque a la sed de nuestro corazón sabemos que responde la fidelidad de Dios. Sabemos que Dios-con-nosotros, a su vez, nos espera. Espera ser encontrado; no lejos y fuera de nosotros, sino en nuestro corazón y en el corazón de todos los hombres. También Cristo se deja encontrar en nuestro Oriente Medio, sediento de justicia y de dignidad, de verdad y de amor. No nos fijemos en la esperanza y búsqueda equivocadas de los Herodes de hoy, sino en aquella de la que los Magos se enriquecían. No nos fijemos en el escrutinio engañoso de los signos por los sabios de la Jerusalén de todos los tiempos, sino en el estupor que empuja y anima a acoger a los pastores de Belén. No escuchemos los miedos del mundo, sino el canto de los ángeles que anuncian la salvación: «Hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). ¿Somos todavía capaces de sorprendernos así?¿Estamos preparados para hacer un discernimiento humilde, dócil y vigilante? ¡Es cierto! Seamos realistas, no cambiaremos la suerte del mundo. No resolveremos los problemas de nuestros pueblos heridos y divididos. Pero nadie nos podrá impedir amarles, hacer justicia en nuestro pequeño contexto. Nadie podrá robarnos la dignidad que se nos ha dado, ni quitarnos el amor y la esperanza derramados en nuestros corazones y que nunca nos defraudan (Cfr. Rom 5,5). El tiempo de la Navidad nos invita, en la gozosa fidelidad de la acogida del donde Dios, a dejar nuestro corazón abierto, de par en par, a la esperanza, a la justicia y al amor. Esto es lo que nos dice la Navidad. Cada año. También este año, en la vorágine de los dramas que nos rodean, dejémonos sorprender. Dejémonos reencontrar por el Dios-con-nosotros, que nos espera en el umbral de nuestro corazón. 
 Feliz Navidad.

Contra el bulo de la «Edad oscura»: la lección de Rodney Stark sobre la Edad Media y las cruzadas





Los cruzados rumbo a su derrota en la película de El Reino de los Cielos, de Ridley Scott... los cristianos aparecen como toscos a medio civilizar



Ha aparecido recentemente en el Corriere della Sera una larga recensión de Paolo Mieli sobre el libro del sociólogo Rodney Stark, La vittoria dell’Occidente (La victoria de Occidente, ndt) (Lindau). 

Los lectores de Tempi ya conocen a Stark, hoy profesor de Ciencias Sociales en la Baylor University en Texas. Este último libro, como los precedentes, demuestra que el cristianismo ha sido el motor, y no el lastre, del desarrollo de la humanidad en la historia.

No son las técnicas, sino las ideas
El razonamiento de Stark, resaltado por Mieli, es que son las ideas las que marcan la diferencia. Y que es el mundo occidental, basado en la cultura griega primero, y en la cristiana después, quien dio linfa al desarrollo. 

¿Un ejemplo? 

La pólvora. La inventaron los chinos y, sin embargo, durante siglos no la utilizaron para las armas de fuego. «Ya en la antigüedad, China estaba muy avanzada respecto a Europa en lo que atañe a muchas tecnologías cruciales». 

Sin embargo, cuando los portugueses llegaron a China en 1517, escribe de manera provocadora Stark, “encontraron una sociedad retrasada en la que las clases privilegiadas consideraban más importante lisiar a las chiquillas vendándoles los pies, que desarrollar técnicas agrarias más productivas de las que tenían para poder hacer frente a las frecuentes carestías”».

Europa -y nadie más- descubrió que la ciencia era posible
¿Por qué la sociedad occidental se ha demostrado en el curso de los siglos siempre superior a las otras? 

«¿Por qué la ciencia y la democracia han nacido en Occidente, junto al arte figurativo, a las carreteras, al jabón, a los tubos del órgano y a un sistema de notación musical? ¿Por qué durante varios siglos, a partir del siglo XIII, sólo los europeos tenían gafas y relojes mecánicos? ¿Y después telescopios, microscopios y periscopios?».

Por las ideas, dice Stark: “sólo los occidentales han pensado que la ciencia fuera posible, que el universo funcionaba según unas reglas racionales que podían ser descubiertas”».



Los cruzados de la película El Reino de los Cielos en Europa, que se muestra como un lugar oscuro, de luz escasa y colores grises



La Edad Media: capitalismo e innovación
Stark propone después una magnífica defensa de la Edad Media, cuyos siglos no fueron nunca «oscuros», más bien al contrario. 

«La Edad Media ha sido una época de notable progreso e innovación, entre las cuales “la invención del capitalismo”. 

La mayor parte de los europeos “empezaron a comer mejor de lo que habían comido nunca en el curso de la historia y, en consecuencia, se convirtieron en personas más grandes y fuertes de las que vivían en otros lugares”. 

En el año 732, los invasores islámicos, cuando penetraron en la Galia, se encontraron frente a “un ejército de francos espléndidamente armados y adiestrados y fueron derrotados”».

Lo mismo pasa con las cruzadas, reinterpretadas por Stark huyendo de muchos estereotipos que aún hoy siguen imperando. «No es verdad que a continuación los cruzados “marcharan hacia oriente para conquistar tierras y botín”. 

Al contrario. Se habían “endeudado hasta el cuello para financiar la propia participación en la que consideraban una misión religiosa”. La mayoría “consideraba improbable la posibilidad de sobrevivir y de volver a la patria (y de hecho no volvieron)”. 

Como demuestran las cruzadas, “para los europeos la verdadera base de la unidad era el cristianismo, que se había transformado en una bien organizada burocracia internacional”. Hasta el punto de que “sería más correcto hablar de Cristiandad que de Europa, desde el momento en que en esa época esta última tenía muy poco significado social o cultural”».

Creer en la libertad, no en los hados
«Uno de los factores más importantes que favorecieron el ascenso de Occidente fue la fe en el libre arbitrio», escribe Stark. «Mientras la mayor parte de las antiguas sociedades (sino todas) creía en el destino, los occidentales llegaron a la convicción de que los seres humanos son relativamente libres de seguir lo que les dicta la propia conciencia y que, esencialmente, son artífices del propio destino». 

Tras haber desmontado «la famosa tesis de Max Weber según la cual la ética protestante estaría en el origen del capitalismo», Stark demuestra que una especie de protocapitalismo nació «muchos siglos antes de que existieran los protestantes».

«A mediados del siglo XIV, después de la epidemia provocada por la Peste Negra, “la escasez de mano de obra”, como ha demostrado David Herlihy, “estimuló las invenciones y el desarrollo de tecnologías que permitieron ahorrar fuerza de trabajo. Por consiguiente, la Europa de la Edad Media “vio el ascenso del sistema bancario, de una elaborada red de manufactura, de rápidas innovaciones en el campo tecnológico y financiero, como también de una dinámica red de ciudades comerciales”. Hay que anticipar a esa época el inicio, o por lo menos los “primeros pasos”, de la que definiremos la “Revolución industrial”. Desde hace mucho tiempo Europa estaba más adelantada que el resto del mundo en el ámbito de la tecnología, “pero a finales del siglo XVI esa diferencia se había convertido en un abismo”».



Los cruzados embarcan hacia Tierra Santa en la película de Ridley Scott; la película sí acierta al admitir la motivación religiosa sincera de la mayoría de ellos




¿Por qué Alí Pashá llevaba su tesoro en Lepanto?
Mieli menciona también una observación que hace Stark a propósito de la batalla de Lepanto (octubre de 1571). «”Cuando saquearon las embarcaciones turcas aún no hundidas, los marineros cristianos vencedores descubrieron un auténtico tesoro en monedas de oro a bordo de la ‘Sultana’, el buque insignia de Ali Pasha, y riquezas similares se encontraron en las galeras de varios de los otros almirantes. El porqué lo ha explicado Victor Davis Hanson: “Alí Pasha se había llevado su inmensa riqueza a Lepanto por varios motivos: la inexistencia de un sistema bancario, el temor de que el sultán le confiscara los bienes en cualquier momento en que se sintiera descontento y la intención de mantener su tesoro apartado de los recaudadores de impuestos”.

Y sin embargo, observa Stark, Ali Pasha “no era un campesino que escondía el surplus de la colecta, sino un miembro de la élite dominante… si una persona como él no era capaz de encontrar inversiones seguras y no se fiaba de dejar su dinero en casa, ¿cómo se podía esperar que otro pudiera hacerlo?”. 

El mito del Islam "más culto"
El concepto de que en la época medieval, la cultura islámica estuviera más avanzada que la europea “es una ilusión”. Y en estas páginas son transparentes las alusiones al deslumbramiento provocado recientemente por las denominadas primaveras árabes. Más que transparentes: explícitas».

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
(Religión en Libertad)