domingo, 30 de noviembre de 2014

REVISTA DE LA ORDEN DE CABALLERÍA DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALÉN (ÚLTIMO Nº)




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El león hispano: el símbolo despreciado y olvidado por España


Aunque se considera al toro ibérico como el más representativo animal hispánico, tradicionalmente ha sido el león el que ha inundado la heráldica y la literatura de nuestro país

No hay animal más fiero en el imaginario colectivo que el león. Un felino que está presente oficialmente en la simbología del país desde poco después de la unión dinástica de los Reyes Católicos. Sin contar la importancia capital que tuvo en el Reino de León –heredado de una legión romana que recibía el nombre de este animal– y en otros reinos españoles. «El león es príncipe de las selvas, monarca de los fuertes, y emperador de todos los animales. No conoce el miedo, y por esta razón es símbolo perfecto de España, que con corazón bueno ampara con valor a todos sus súbditos», escribió Juan Caramuel, monje y filósofo, sobre el protagonismo nacional de este símbolo en el siglo XVII.
Las primeras representaciones conocidas del león en la Península Ibérica se remontan a las tribus íberas que los usaban frecuentemente para sus esculturas en piedra. Un ejemplo célebre es el león de Pozo Moro (Albacete), que forma parte de la esquina de un monumento funerario. Sin embargo, fue la llegada de los romanos y de la tradición clásica la que inundó la península de estos animales. Traídos de forma masiva desde el Norte de África, los romanos usaban a las bestias en los juegos de circo y como método de ejecución. Hasta el punto de que la población de leones en los lugares bajo la influencia romana fue diezmada, e incluso una subespecie llamada «Leones del Atlas», de gran tamaño y melena negra abundante, desapareció para siempre delas regiones de Egipto, Túnez, Libia y Egipto.
Con la llegada de la Edad Media, la iconografía romana fue heredada por varios reinos cristianos. El caso más conocido, y que sería más determinante en la pervivencia de este símbolo, es el Reino de León y su felino color púrpura. Este león aparece documentado por vez primera en las monedas acuñadas por Alfonso VII, el Emperador, en 1126, y está considerado uno de los elementos heráldicos más antiguos de Europa. Los datos históricos señalan que el emblema felino es anterior a los también muy antiguos leopardos ingleses (1158), al castillo de Castillaa las flores del lis francesas (1211, aunque presentes en la indumentaria real desde 1179) y al águila del Sacro Imperio (1200). Sobre el origen del emblema, constituye lo que en heráldica se denomina figura parlante al ser la representación de una palabra. No alude al animal felino así denominado, sino al establecimiento en tierras leonesas de la «Legión Gemina Felix Romana».
Pero el uso del león no fue exclusivo de los reinos cristianos, como así lo demuestra «El Patio de los leones» de la Alhambra. Alrededor de la fuente principal, en el centro del patio, hay doce leones sobre los que descansa una gran taza de mármol. Sigue siendo un misterio hoy en día quien talló aquellos leones –construidos en 1377 por deseo deMohamed V– puesto que los nazarís tenían prohibido por el Corán la representación de seres vivos.

El dragón vencido por el león hispano

El Imperio español vivió su cénit en 1580 con la anexión de Portugal, que entonces se encontraba entre las mayores potencias de Europa. «El mundo no es suficiente», rezaba el lema que Felipe IIasumió tras la conquista del país vecino, en clara referencia al emblema de su padre «Plus ultra» («Ir más allá»). Pero no solo se adquirió un nuevo lema, la propaganda de Felipe II desempolvó la idea de quePortugal siempre había formado parte del Reino de León –cuando se separó lo hizo de forma ilegal, consideraban– y extendió el uso del león vinculado a una Monarquía Hispánica que volvía a unir a aquellos reinos hermanos. El enfrentamiento entre un león coronado (símbolo del reino de León) y un dragón (símbolo de Portugal) fue un episodio recurrente en la heráldica de la época.
Y aunque ya había presencia institucional de este símbolo con los Reyes Católicos, fue con Felipe II cuando este animal comenzó a ser citado como «el león de España», y a figurar como alegoría del país en mapas y otras ilustraciones. Además, los galeones españoles y portugueses del siglo XVII portaban, habitualmente, un león como mascarón de proa.
Otra muestra de la relevancia adquirida por este felino en España se puede encontrar en los retratos de cuerpo entero de los monarcas a partir del reinado Felipe II, incluidos los borbones, donde se pintaba la escultura de un león junto al trono. Muchos son los ejemplos de este tipo de retratos presentes en la historia del arte, como los sonlos monumentos escultóricos de reyes españoles acompañados de leones. Así es el caso de la estatua ecuestre de Felipe IV en la Plaza de Oriente de Madrid donde cuatro leones guardan las esquinas del monumento.
Durante la revolución que terminó con el reinado de Isabel II, «La Gloriosa», el gobierno provisional acuñó las primeras pesetas, entre las que estaba la moneda de cinco céntimos conocida como «perra chica». Sin embargo, aquella denominación popular estaba causada porque la gente confundía al león representado en estas monedas con un perro. Igual ocurría con «la perra grande», una moneda de diez céntimos que en su reverso tenía la figura de un león. Ambas monedasestuvieron en curso desde 1868 hasta después de la Guerra Civil. Y oficialmente su circulación se interrumpió en octubre de 1941, aunque después se acuñaron otras de aluminio que heredaron los mismos nombres.

Un símbolo democrático: el león protector

Nada tenía que ver aquel león de la peseta, símbolo de los sistemas liberales y del parlamentarismo, con el antiguo significado vinculado a la realeza. En la Edad Contemporánea, el rey de los animales se convirtió en el guardián de las instituciones democráticas. Un ejemplo claro es el de los dos leones situados en la puerta del Congreso de los Diputados de Madrid. Tras varios intentos fallidos en yeso y en piedra, la actual versión de estos animales fueron fundidos en Sevilla en 1866 a partir de los cañones capturados en África durante la Batalla de Wad-Ras. Con el transcurso de los años, los dos felinos fueron bautizados por los madrileños con los nombres de los héroes de la Guerra de Independencia Daoíz y Velarde.
Este mismo significado del león como guardia pretoriano fue también empleado por la II República. Así, es frecuente encontrar a un león en postura relajada dentro de la clásica alegoría sobre la república (esta incluye la figura de una mujer joven vestida con una túnica roja que deja un pecho al descubierto). Junto al león republicano, este tipo de representaciones suele contar con una balanza en manos de la mujer.
Sin embargo, con el final de la Guerra Civil el león quedó apartado de la simbología nacional al asociarse al bando republicano. En la actualidad, otros animales como el toro ibérico han solapado la importancia de un felino usado por igual en periodos monárquicos y republicanos para representar a España. El león, en efecto, ha terminado por pagar las consecuencias de combatir en dos bandos hostiles.
(ABC)

sábado, 29 de noviembre de 2014

Antonio López 20 años después...


            ... y su retrato de la Familia Real de España. 
Desde el miércoles en el Palacio Real, en la Exposición "El Retrato en las Colecciones Reales. De Juan de Flandes a Antonio López"

viernes, 28 de noviembre de 2014

Exposición Casa de Braganza







La exposición "Trono y familia" tiene como objetivo hacer conocer al visitante la orientación y el contexto en el que se desenvolvieron algunos de los eventos más importantes de la Casa de Braganza.
 Alianzas matrimoniales, nacimientos de príncipes y de infantes. El visitante tendrá la oportunidad de observar las piezas que normalmente no se exponen al público.
Seguirá abierta en Noviembre.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

EL EMBAJADOR DE LA FEDERACIÓN DE RUSIA RECIBE LA MEDALLA CONMEMORATIVA DE LA CRUZ DE DISTINCIÓN DEL EJÉRCITO DE ASTURIAS




El pasado día 19 de noviembre en los salones de la Embajada de la Federación de Rusia, su Embajador, S.E. Yuri P. Korchaguin, recibía la Medalla Conmemorativa del Bicentenario de la Cruz de Distinción del Ejército de Asturias; una distinción que otorga el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias.
El acto tuvo lugar en la citada Embajada, en donde el Consejero Magistral de la Corporación, Don Francisco de Borbón, Duque de Sevilla y Grande de España, le entregó la Medalla Conmemorativa en nombre del Consejo de Nobles de la Institución.
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En el acto, el señor D. Manuel María Rodríguez de Maribona, Vicecanciller del Cuerpo, dirigió unas palabras a los asistentes, en las que destacó que la Nobleza de Asturias ha querido conmemorar con esta medalla a aquellos hombres que durante la Guerra de la Independencia dieron valerosamente su sangre, y en muchos casos su vida, por nuestro Principado de Asturias y por España, en la cruenta lucha contra el invasor francés. En esta contienda los españoles, de naturaleza agradecida, nunca podremos olvidar la decisiva intervención de Su Majestad Imperial el Zar Alejandro I, Emperador y Autócrata de Todas las Rusias, al firmar en 1812 la alianza con España y declarar la guerra también al Emperador Napoleón. Dos años más tarde, los ejércitos españoles y los ejércitos rusos habían derrotado a Bonaparte y ocupaban la capital francesa.
También señaló que con esta distinción se ha querido mantener viva la histórica amistad entre el Reino de España y el Imperio de Rusia, haciéndose la entrega la Embajador Korchaguin de la Medalla Conmemorativa, como actual represente de la Federación de Rusia, heredera del antiguo y gran Imperio Ruso.
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El Embajador Korchaguin por su parte, agradeció este gesto a los representantes del Cuerpo de la Nobleza de Asturias, porque simboliza, recuerda, y no deja en el olvido los fuertes lazos de amistad que unen a España y a Rusia.
A continuación el Embajador invitó a los asistentes al acto a un excelente almuerzo en uno de los salones de la Embajada.
Estuvieron presentes, además del Embajador, del Duque de Sevilla y del Vicecanciller del Cuerpo de la Nobleza, una delegación de la Corporación compuesta por el Marqués de Heredia, D. Carlos Franco, D. Felipe de Grado, D. Arturo Llerandi y el Vizconde de Ayala.

( Texto y fotos CNPA)

martes, 25 de noviembre de 2014

Investidura de la Orden de San Lázaro


Los pasados días 7, 8 y 9 de Noviembre, en la ciudad de Córdoba, bajo los auspicios de la Encomienda de Andalucía, se celebraron los actos de la ceremonia de ingreso en la Orden de nuevos caballeros y damas. Previamente a la ceremonia de ingreso, se celebró en la tarde del día 7, la Vela de Armas en la Capilla del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Sus frescos constituyen la muestra más importante de pintura mural contenida en todo el territorio andaluz. Fueron realizados por el artista italiano César Arbasia. La obra fue concluida en el año 1586. Todas las paredes se encuentran decoradas con pinturas al óleo, así como las cabeceras, los laterales, en los que se da una aparición temprana de columnas salomónicas, propias del Barroco, y los intercolumnios. El altar principal está flanqueado por pinturas representativas del rey David y del profeta Isaías y en la coronación del muro se encuentra una versión de la Santa Cena, obra realizada por Cesare Arbasia según los esquemas manieristas, en 1585. En este grandioso marco, los postulantes, con gran recogimiento y religiosidad, prepararon su espíritu para el ingreso fraterno en el Hospital y Milicia de San Lázaro.
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                                 Excmo. Sr. Carlos Gereda de Borbón, Gran Maestre

La ceremonia, bajo la presidencia de Gran Maestre, del Gran Maestre Emérito y del Gran Prior Espiritual, mientras se escuchaban los cánticos de la Nova Schola Gregoriana, transcurrió con toda magnificencia y solemnidad. Es reseñable la asistencia del Muy Reverendo Arcipreste Dr. Peter Miln, de la Iglesia Ortodoxa, Capellán Mayor de la Orden; del Muy Reverendo Archimandrita, Monseñor George Appleyard, de la Iglesia Católica Ucraniana, Gran Cruz y Prelado de la Orden; del Representante Patriarcal para Europa de la Iglesia Greco Melquita, Monseñor Jeanbart, Arzobispo de Alepo; del Arzobispo Ortodoxo de Eslovaquia, Monseñor Stransky, así como la del Gran Consejo Magistral y del Consejo de Gobierno del Gran Priorato de España. También es de destacar la contribución a todos las actos inherentes a la investidura, del Protector Espiritual de la Encomienda de Andalucía, Monseñor don Miguel Castillejo Gorráiz, sin cuyo concurso hubiera sido muy difícil realizarlos. La Vela fue seguida de una cena de Hermandad celebrada en el antiguo Palacio de los Condes de Cabra, hoy restaurante El Bandolero.
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                                      Momento de la ceremonia eclesiástica

Al día siguiente tuvo lugar la ceremonia de investidura propiamente dicha, después de la celebración de la Eucaristía por nuestro Gran Prior Espiritual Monseñor Pennisi, en la Real Iglesia Basilical Fernandina de San Pablo, con la participación de la Coral Universitaria de la Fundación Miguel Castillejo y todas las autoridades eclesiásticas reseñadas. Presidió, como es de rigor, el Gran Maestre, asistido por el Gran Maestre Emérito, el Gran Prior de España y el Prior.
                
                                                         Concelebrantes

Ejerció de Maestro de Ceremonias, el Dr. Tourón y Yebra. Una vez finalizada la investidura, se sirvió un generoso cóctel, seguido de una excelente cena de gala, en los salones del liceo del Real Círculo de la Amistad, entidad que tiene su sede en la calle Alfonso XIII y disfruta de un patrimonio constituido por el propio inmueble, una biblioteca de alrededor de 17.000 volúmenes y un importante fondo pictórico con lienzos de Julio Romero de Torres, Carlos Ángel Díaz Huertas o José María Rodríguez de los Ríos Losada, entre otros muchos. El Círculo ha registrado desde su fundación en 1854, la presencia de visitantes ilustres del ámbito cultural, artístico y político, como los reyes Alfonso XII (1877) y Alfonso XIII (1921), el príncipe Humberto, futuro rey de Italia (1871), el Príncipe de Gales -futuro Eduardo VII- (1876), el expresidente de los Estados Unidos de América, Ulysses Simpson Grant (1878) o Don Juan Carlos y Doña Sofía, cuando todavía eran Príncipes de España (1970).
A los postres, y después del brindis y de los preceptivos vivas al Gran Maestre, al Rey y a España, se dirigió a los asistentes, luego de unas sentidas palabras del Marqués de Almazán, el Arzobispo greco-melquita de Alepo, Monseñor Jean Clement Jeanbart, para describirnos el peligro que corren nuestros hermanos cristianos orientales en Siria y muy particularmente en la milenaria ciudad de Alepo. A su fin, todos los asistentes puestos en pie, aplaudieron esta intervención tan improvisada como emotiva.
Inmediatamente después, los Excmos. Señores Don Alfredo García Til y Don Manuel Tourón y Yebra, miembros del Consejo de Gobierno, fueron distinguidos por el Gran Maestre con la Medalla de la Lealtad, al mismo tiempo que a Don Luis Valero y Aranda, Canciller de la Encomienda de Andalucía, era recompensado por el Gran Prior con la Medalla de Honor del Gran Priorato, en su categoría de oro. A Don Fernando Pérez de Ruibal y Rodríguez, de la Encomienda de Cataluña, le fue entregado su diploma de ascenso a Caballero Comendador. La cena tuvo su colofón en un baile de gala, amenizado por música en directo que terminó a altas horas de la madrugada.
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                                                              Baile de Gala

Al día siguiente, tuvo lugar a las doce, en el Altar Mayor de la Catedral, la Misa Pontifical, concelebrada por el Obispo de Córdoba, Monseñor Fernández González, el Archimandrita Monseñor George Appleyard, el Arzobispo de Monreale, Monseñor Pennisi y el Obispo de Alepo, Monseñor Jeanbart, amén del Cabildo Catedralicio en pleno, con la participación de la Orquesta y Coros del Real Centro Filarmónico de Córdoba y la presencia del Gran Maestre, Don Carlos Gereda de Borbón, Marqués de Almazán, del Gran Prior Espiritual, Monseñor Pennisi, del Consejo Magistral de la Orden y del Consejo de Gobierno del Gran Priorato de España, presidido por su Gran Prior, el señor Marqués de La Lapilla, más una nutrida representación de damas y caballeros de la Orden. Un éxito total para apuntar al buen hacer del Prior de España y Comendador de Andalucía, Don Iván Arteaga y del Alcázar, Marqués de Armunia y del Canciller de la Encomienda, Don Luis Valero y Aranda.



lunes, 24 de noviembre de 2014

LORD DOURO, DUQUE DE CIUDAD RODRIGO, NUEVO CABALLERO DEL CUERPO DE LA NOBLEZA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS



El pasado día 18 de noviembre, Lord Arthur Charles Valerian Wellesley, Marqués de Douro, Duque de Ciudad Rodrigo, Grande de España, Caballero de la Orden del Imperio Británico, heredero de Su Gracia el Duque de Wellington, Caballero de la Orden de la Jarretera, ha ingresado como Caballero en el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, y ha recibido la Medalla Conmemorativa del Bicentenario de la Cruz de Distinción del Ejército de Asturias -una distinción que otorga la citada Corporación asturiana-.

El acto tuvo lugar en la Real Gran Peña de Madrid, donde el Consejero Magistral de la Corporación, Don Francisco de Borbón, Duque de Sevilla y Grande de España, le entregó la Medalla Conmemorativa en nombre del Consejo de Nobles de la Institución.

El Vicecanciller de la Corporación, D. Manuel María Rodríguez de Maribona dirigió unas palabras a los asistentes, destacando que la Nobleza de Asturias ha querido conmemorar con la entrega de esta medalla los doscientos años de vinculación del Reino de España con la Casa Wellesley, desde la decisiva intervención del primer Duque de Wellington, Generalísimo de los Reales Ejército, que contribuyó de manera trascendental para lograr poner fin al dominio napoleónico sobre la Península.

El Vicecanciller señaló que el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias ha decidido conceder a Lord Douro la citada Medalla como descendiente que es del primer Duque de Wellington, y en histórico recuerdo de la Medalla original que recibió también su antepasado de manos del Rey D. Fernando VII en 1815, junto a otras muchas y merecidas distinciones y mercedes con las que aquél Monarca premió su muy significativa y valiosa labor en favor de nuestra España, y cuyo fin era para premiar a todos los asturianos que lucharon contra los franceses en la guerra de Independencia.

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Posteriormente a la entrega de la Medalla Conmemorativa a Lord Douro, éste fue recibido como Caballero de la Corporación, apadrinado por D. Alfredo Leonard, Vicesecretario General y Delegado en Madrid.

Tras las palabras del Vicecanciller de la Corporación, Lord Douro, en perfecto castellano, pronunció unas sentidas palabras con las que agradeció al Consejo de Nobles la concesión de la Medalla Conmemorativa y el haber sido recibido como Caballero destacando el gran honor que supone para él el ostentar en el Reino de España el honorable e histórico título de Duque de Ciudad Rodrigo, con Grandeza de España, con el que el Rey Don Fernando VII distinguió a su antepasado el primer Duque de Wellington.

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Al acto acudieron, entre otras personalidades, D. Frederick Price MBE, el Vizconde de Ayala, los Duques de Maqueda, los Condes de Cabra, D. Arturo Llerandi, D. Carlos Franco y su esposa Dª Pilar Rubio Lavedán, D. Javier Llerandi, D. Jesús García de Jalón, el Marqués de Heredia, el Marqués de Torre Alta, Dª Inés Fernández Muñiz, D. José María Matres, Embajador de España en la República de Malí, acompañado de su esposa, Dª Golnaz Rezai de Matres, el Profesor D. Juan Luna, D. Felipe de Grado, D. Antonio Sánchez de León, y D. Jaime Díaz de Arcaya.


Texto y fotos CNPA

sábado, 22 de noviembre de 2014

Don José María de Montells y Galán, académico teutónico


Con gran alegría recibimos la noticia del nombramiento del  Dr.  don José María de Montells y Galán, gran amigo, como Académico Ordinario de la Academia Teutónica Enrico VI de Hohenstaufen, perteneciente a la Encomienda Autónoma de Santa María de los Alemanes sita en Sicilia.

La  Academia y la Encomienda son una  parte más de  histórica 
Orden de los Caballeros Teutónicos del Hospital de Santa María de Jerusalén,  más comúnmente conocida como Orden Teutónica. 


Doctamente regida por S.E.R. Cardenal Dr. Bruno Platter, su LXVº Gran Maestre, ha resurgido con fuerza en los últimos años en todo el mundo, y especialmente en Europa.



jueves, 20 de noviembre de 2014

Orden de San Sebastián de la Flecha




La historia de la Orden Militar de San Sebastián de la Flecha tiene dos épocas de existencia bien diferenciadas. La primera es el momento de su fundación y existencia efímera, entre 1576 y 1578. La segunda es su restauración dinástica, llevada a cabo en 1994.

La Orden de la Flecha u Orden Militar de la Flecha San Sebastián, fue establecida por el rey Don Sebastián, que fue muy devoto del Santo mártir cuyo nombre portaba; asumiendo el carácter de una Orden Militar de Caballería con el fin de defender la fe de Cristo.


Sabemos que en 1571, el rey D. Sebastian había pedido a Su Santidad el Papa Pío V autorización para modificar los artículos de las tres Órdenes Militares de Cristo, Santiago y Avis y la posibilidad de agregar a los hábitos  una flecha en memoria del martirio de San Sebastián. Esta distinción sólo se daría a aquellos caballeros que se destacaran por sus logros sobresalientes en la guerra.




            Sede canónica de la Orden el la Iglesia de San Salvador de Palme (Barcelos)

El Rey Dom Sebastián solicitó al Papa una  de las flechas con las que había sido martirizado el santo, para depositarla en la Iglesia que estaba construyendo bajo su advocación en Lisboa. La muerte de S. Pío V llevó a su sucesor, el papa Gregorio XIII, a cumplir la voluntad real, y, tras la muerte de Doña Juana de Austria, envió una flecha a Lisboa empapada en la sangre del Mártir, acompañada de un Breve con fecha 8 de noviembre de 1573.

Esta venerable reliquia llegó a Portugal el 9 de febrero de 1574, presentada por el enviado papal Pompeo Lanoja, Cubiculário  de Su Santidad y fue recibida por el Rey  que se encontraba en sus Pazos de Almeirim.


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La Orden de la Flecha representada junto al resto de Órdenes Militares portuguesas en Setúbal


La segunda época de la Orden se inicia en enero de 1994, cuando se restaura por el serenísimo Señor Dom Felipe, mediante autorización expresa y poderes otorgados por su augusto padre, el Serenísimo Señor Dom Alberto, Duque de Loulé, promoviendo su registro en los organismos oficiales y manteniendo desde entonces el nombre de  Orden Militar de San Sebastián de la Flecha. El día 20 de enero de 1994 (día de San Sebastián), se celebró una misa en honor del Santo y del Rey fundador de la Orden.


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El martirio de San Sebastián

Mediante escrito de fecha 19 de julio de 1999, el Duque de Loulé (Don Alberto), confirma la autorización dada cinco años a su hijo, Don Felipe, y lo declara expresamente, a él y a sus sucesores como cabezas de la Orden

Entre 1996 y 2003, la Orden permanece latente hasta que, mediante carta de 20 de enero de 2004, el Serenísimo Señor Dom Felipe reactiva la Orden para premiar los méritos y con ella distinguir a quienes más se destaquen por servicios distinguidos al bien común y su Casa, dándole nuevas constituciones.
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La fiesta de la Orden se celebra cada año el 20 de enero, el día litúrgico de San Sebastián y el cumpleaños de su Fundador  y Gran Maestre el Rey Don Sebastián.


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El gobierno de la Orden recae en el Serenísimo Señor Dom Felipe de Mendoza de Borbón y Braganza, conde de Río Grande, nacido en Lisboa el 16 de abril de 1967, tercer hijo del Quinto Duque de Loulé


(Texto y fotos, web de la Orden de la Flecha )




martes, 18 de noviembre de 2014

Cruzamiento O.C.S.S.J. 2014. Ceremonia







El pasado día 17 de Octubre,  en la magnífica Real Basílica de San Francisco el Grande de Madrid  se realizó Cruzamiento de nuevos caballeros y damas del Santo Sepulcro de Jerusalén, Capítulo Noble de Castilla y León. 
En una vistosa ceremonia se impusieron todos  los atributos que representan a los Custodios del Sepulcro de Señor, así como su nombramiento como canónigos honorarios de Calatayud y de la madre de las todas las iglesias, San Juan de Letrán.



OCSSJ

lunes, 17 de noviembre de 2014

22 novembre, Santa Messa in suffragio di Sua Maestà il Re Francesco II, Sovrano del Regno delle Due Sicilie



Ringraziamo il nostro Cavaliere Ubaldo Sterlicchio questo Suo rilevante contributo.

Fu l’ultimo Re delle Due Sicilie
La faziosa storiografia risorgimentalista, sempre pronta a denigrare, calunniare e demonizzare i Borbone con il chiaro intento di sminuirne la figura e renderne insignificante l’operato, lo definì spregiativamente con il nomignolo di Franceschiello. Il suo ricordo ci è stato tramandato, quindi, come quello di un “ragazzo” indifeso e debole, come una persona bigotta, pavida ed incapace.
Invece non fu così!
Francesco II di Borbone ebbe invece soltanto la sventura di trovarsi dalla parte sbagliata: quella di chi perde. E chi perde ha sempre torto, poiché la storia la scrivono i vincitori.

Quel giovane, esile e gentile, era dotato di un’etica politico-militare e di una morale cristiana granitiche, le quali gli “imposero” di prendere o di non prendere talune decisioni, in un momento difficilissimo della storia del Sud.
In particolare, non volle piegarsi ad alcun compromesso ed, allorquando gli fu proposto di espandere i domini del Regno delle Due Sicilie mediante la spartizione (insieme con il Piemonte) dei territori dello Stato Pontificio, egli, che era per le cose chiare e giuste, nonché alieno dal compiere torti e sopraffazioni, rispose deciso e risoluto: «Chella è robba d’ ‘o Papa!». Ma, anche qualora non si fosse trattato del Capo della Cristianità, bensì di qualsiasi altro Sovrano, italiano o straniero, sono certo che avrebbe risposto in maniera non troppo dissimile, poiché i Borbone non hanno mai avuto mire espansionistiche o brame di conquista ed hanno sempre nutrito un profondo rispetto per i diritti degli altri Monarchi.
Quale garante di questi princìpi, ne era allo stesso tempo sottoposto e ben pochi erano i margini discrezionali a sua disposizione. In ragione di questo, pur volendolo, Francesco II di Borbone non avrebbe mai adottato gli stessi metodi politici e le medesime strategie militari che Vittorio Emanuele II di Savoia stava, invece, usando proprio contro le Due Sicilie.
E, mentre quest’ultimo poté giovarsi dell’operato di un primo ministro scaltro e cinico, quale fu Camillo Benso conte di Cavour, Francesco si trovò ad essere attorniato da un nutrito nugolo di traditori, i quali altro non fecero se non accelerarne la sconfitta.
Questa fu la sua vibrante denuncia: «Traditi egualmente, egualmente spogliati, risorgeremo allo stesso tempo dalle nostre sventure; ché mai ha durato lungamente l’opera della inequità, né sono eterne le usurpazioni … ho guardato con isdegno i tradimenti, mentre che tradimenti e calunnie attaccavano soltanto la mia persona … I traditori pagati dal nemico straniero sedevano accanto ai fedeli nel mio Consiglio; ma nella sincerità del mio cuore io non potea credere nel tradimento … i promotori della guerra civile, i traditori al proprio paese ricevono pensioni, che paga il pacifico contribuente. L’anarchia è da per tutto»; questa la sua accorata confessione: «Per non versare il sangue ho preferito rischiare la mia Corona … ho preferito lasciare Napoli, la mia propria casa, la mia diletta capitale per non esporla agli orrori di un bombardamento … Ho creduto di buona fede che il Re di Piemonte, che si diceva mio fratello, mio amico … non avrebbe rotto tutti i patti e violate tutte le leggi per invadere i miei Stati in piena pace, senza motivi né dichiarazioni di guerra»; questa la sua dolorosa testimonianza: «Le finanze un tempo così floride sono completamente rovinate: l’Amministrazione è un caos; la sicurezza individuale non esiste. Le prigioni son piene di sospetti: in luogo della libertà lo stato d’assedio regna nelle provincie, ed un Generale straniero pubblica la legge marziale, decreta la fucilazione istantanea per tutti quelli fra i miei sudditi che non s’inchinino alla bandiera di Sardegna» e questa, infine, la sua drammatica profezia: «Voi sognate l’Italia e Vittorio Emanuele, ma purtroppo sarete infelici. … I napoletani non hanno voluto giudicarmi a ragion veduta; io però ho la coscienza di aver fatto sempre il mio dovere, ma però ad essi rimarranno solo gli occhi per piangere».
Molti storici, non tenendo conto della sua onestà o, peggio, disprezzando anche con termini oltraggiosi il suo modo di governare, misurano quello che Francesco II avrebbe dovuto fare o non fare per «non perdere il Regno», alla luce però di logiche e di strategie stridenti con l’etica e la morale che hanno sempre caratterizzato l’opera sua e di tutti i re Borbone.
In procinto di lasciare Napoli e di imbarcarsi per Gaeta, il 5 settembre 1860 denunciò alle diplomazie d’Europa le manifeste violazioni del diritto internazionale che le orde garibaldine, sostenute dal Piemonte e dall’Inghilterra, stavano perpetrando ai danni delle Due Sicilie: «Una guerra ingiusta e contro la ragione delle genti ha invaso i miei Stati, non ostante ch’io fossi in pace con tutte le Potenze Europee». Quindi, profeticamente, sentenziò: «Questa guerra spezza ogni fede ed ogni giustizia ed arriva fino a violare le leggi militari che nobilitano la vita ed il mestiere di soldato … L’Europa non può riconoscere un blocco decretato da un potere illegittimo … L’azione di Garibaldi è quella di un pirata. Accettandola, l’Europa civile tollererebbe la pirateria nel Mediterraneo e le potenze marittime assisterebbero impassibili al rovesciamento del diritto pubblico».
Ma l’Europa restò sorda a questi avvertimenti e, per aver tollerato le ingiustizie e le prevaricazioni denunciate dal re di Napoli nella metà del XIX secolo, ha poi patito tutte le sciagure da cui è stata afflitta nel successivo XX secolo.
A quest’ultimo riguardo è interessante leggere una pagina di storia poco conosciuta. Nel 1887, il barone liberale Nicola Nisco (1820-1901) pubblicò una biografia di Francesco II, nella quale, fra l’altro, asseriva che questi, mentre si trovava ancora a Napoli, non avrebbe ottenuto neanche l’appoggio diplomatico richiesto ai ministri di Russia, Prussia ed Austria. In risposta e smentendo tali asserzioni, un non meglio identificato signor Notus scrisse ed inviò al Nisco, sotto forma di relazione epistolare, un lunghissimo documento con il quale, fra l’altro, spiegava in dettaglio i motivi che avevano persuaso Francesco a lasciare la capitale del Regno: «Quelle tre potenze [Austria, Prussia e Russia, n.d.r.], giunte all’apice dell’onta nella quale vedevano collocato il diritto pubblico europeo, non tanto per Garibaldi e per Cavour, quanto temendo fortemente che Napoleone, dopo la guerra portata in Italia volesse con un programma occulto aprire il varco, di qua, di là, e verso la Polonia, e verso l’Ungheria, per giungere al completo laceramento della situazione europea creata dal Congresso di Vienna, di già si apparecchiavano per una comune e reciproca intelligenza sul da farsi, per un rimedio reciso ed assoluto». Il Notus riferiva inoltre che, in seguito a tale lavorio diplomatico, il Sovrano aveva ricevuto una lettera, definita “intima e familiare”, da parte di una delle tre potenze (scritta molto probabilmente dal cognato Francesco Giuseppe, imperatore d’Austria, n.d.r.) contenente queste precise raccomandazioni: «Nel caso che non poteste reggervi oltre in Napoli, cercate di riunire un corpo d’armata, campeggiando tra il Volturno ed il Garigliano, in attesa di risoluzioni».
E, dopo aver smentito l’affermazione dello stesso Nisco (notizia questa che era stata creduta vera anche dallo storico de’ Sivo) secondo la quale il re Borbone, dopo la battaglia del Volturno, avrebbe voluto piombare su Napoli con un esercito di 30mila uomini, lo stesso relatore puntualizzava che
«Francesco non poteva sbilanciare l’alta confidenza fattagli dai sovrani nordici, di riunirsi in Varsavia il giorno dieci ottobre [1860, n.d.r.], onde forzare la mano di Napoleone per l’adempimento del Trattato di Zurigo». Infatti, il rispetto di tale Trattato di Pace, stipulato in seguito all’armistizio di Villafranca, avrebbe vietato al Piemonte di invadere le Due Sicilie, vincolandolo invece alla formazione di un Regno dell’Alta Italia, base questa sulla quale si sarebbe poi giunti ad una Confederazione fra gli Stati italiani. Il Notus affermava quindi che, se il Congresso di Varsavia avesse avuto un esito positivo, Francesco II «da re pacifico, mercé una completa amnistia, sarebbe ritornato re delle Due Sicilie obliando il passato e spandendo l’operosa sua gioventù in utile della monarchia e dei suoi popoli». Ma il citato relatore, dopo aver evidenziato come sia l’imperatore d’Austria Francesco Giuseppe, che il re di Prussia Guglielmo, fossero stati in tal senso pienamente d’accordo, così seguitava: «… con grande sorpresa si trovò in Alessandro II sì incerto e volubile, un mutamento radicale allo stabilito dai tre gabinetti. Napoleone era riuscito presso quel sovrano a girare la posizione politica mercé menzognere vedute».
Il Congresso di Varsavia, pertanto, si concluse con un nulla di fatto, spianando così la strada all’incontrastata invasione piemontese ed alla caduta del plurisecolare, prospero e pacifico Regno delle Due Sicilie. Tuttavia, le pagine citate costituiscono l’eccezionale testimonianza di una persona che senz’altro visse intensamente quegli avvenimenti, considerato che i fatti risultano narrati con gran dovizia di particolari e, si ritiene, con indubbio rispetto della verità storica. Atteso poi che lo stesso scritto contiene informazioni diplomatiche confidenziali e riservate, non è da escludersi che l’estensore di quel documento sia stato un personaggio molto vicino all’ultimo re Borbone, se non proprio il medesimo Francesco II, il quale avrebbe assunto in tal modo la veste di “storiografo” d’eccezione.
Nonostante tutto, anche dopo la battaglia del Volturno, mentre combatteva a Gaeta, Francesco continuò ad agire sul fronte della diplomazia, sebbene fosse oramai consapevole di poter salvare solamente l’onore: «Fra i doveri prescritti ai Re, quelli dei giorni di sventura sono i più grandi e solenni, e io intendo di compierli con rassegnazione scevra di debolezza, con animo sereno e fiducioso, quale si addice al discendente di tanti Monarchi».

Mendoza


domingo, 16 de noviembre de 2014

The Installation of our new Lord Prior. Order of St. John


On Tuesday 5th November, Dr Neil Conn AO was installed as the 17th 
Lord Prior by the Grand Prior His Royal Highness the Duke of Gloucester. 

The Lord Prior is the third most senior individual within the Order, under the Sovereign Head the Queen, and His Royal Highness the Duke of Gloucester. 

As Lord Prior Dr Conn will undertake six primary roles:  
 
  • To be the principal adviser to the Grand Prior, with whom he collaborates closely, and act on behalf of the Grand Prior in all aspects of the Order’s affairs when the Grand Prior is not available
  • To be the representative head of the order on any occasion on which neither the Sovereign Head nor the Grand Prior are present,
  • Subject to the Sovereign Head and the Grand Prior, he is the Head of the Order in its aspect as an Order of Chivalry,
  • To provide leadership of the Order in its charitable activities by promoting policy and presiding at meetings of the Order’s worldwide governing bodies,
  • To be the focus of unity for the members of the Order, its volunteers, staff and supporters,
  • To maintain the ethos and traditions of the Order.
  

The installation took place in the Priory Church of the Order of St John in London in the presence of representatives from the 10 Priories, England and the Islands, Scotland, Wales, South Africa, New Zealand, Canada, Australia, United States of America, Kenya, and Singapore; the 5 Commanderies, of Western Australia, Ards in Northern Ireland, Jersey, Guernsey, and the Isle of Man; St John associations from around the world; and from the St John of Jerusalem Eye Hospital Group.

On the site of the original round church built by the Knights of St John and consecrated in 1185, the Priory Church became the ideal place for Dr Conn to begin his tenure as the 17th Lord Prior. His banner will be displayed in the Priory Church until Dr Conn completes his administration and passes the role onto a successor.

In his address to the congregation, Dr Conn spoke of the notion of One St John. He explained that One St John represents the international federation of groups, individuals, paid staff, members, and volunteers who work in synergy in in the service of humanity and to help those in need. 

Dr Conn also pledged within his speech to lead, protect, and build One St John in the coming years, in order for our organisation to reach and help more people.


On behalf of all of those who work and volunteers within the St John family, we would like to wish Dr Conn many congratulations and all the very best for his tenure as Lord Prior.